domingo, mayo 11, 2008

adivina buen adivinador


Soy yo, que me disfrazo de paz para sacarte hasta la última lágrima. Soy yo, que te obligo a salir al alba y morirte de frío, para asegurarte la canasta familiar y la navidad endeudada. Te vendo las casas de cartón piedra, todas igualitas, prometiéndote dignidad y si tienes suerte o apellido, una piscina. Sobrealimento a tus hijos, los lleno de cajitas felices con juguetes Disney y Coca-cola, mientras finjo luchar contra la desnutrición por allá por esos países que no me acuerdo cómo se llaman, pero donde son todos negritos y tienen Sida. Soy yo, que te embolino la perdiz con elecciones cada cuatro años, para que el malnacido de turno haga como que gobierna, cuando en realidad lo único que hace es alimentarme a mí mediante alianzas con mis hijitos…lindos ellos, viven alimentándome ( no saben que nunca conoceré la saciedad). Mi instinto sexual está tan desfigurado que el calentamiento global es mi más tórrida fantasía... me he ido desinhibiendo tanto que casi logro cumplirla…jijiji…casi me sonrojo. Pero no, porque no tengo vergüenza. Puedo un día crearte, así, casi de la nada ( sólo con la ayuda de mis muy estimados publicistas) una linda y nueva necesidad, o hacer que tus hijos quieran de todo corazón algo que no puedes comprar. Puedo hacerte divinizar tarjetas de plástico, nombres de corporaciones que amablemente colonizan países infinitomundistas para darte tus lindas zapatillas, sin las cuales no podrías corres tus 10 k diarios. Te hice creer que tienes que tener un plasma, un i-pod y un i-phone. Te hice creer que Facebook es la plaza del pueblo, y que con infinitos tests podrás encontrarle por fin un sentido a tu existencia, “conocerte a ti mismo”. Te tengo convencido de que la poesía es una pérdida de tiempo, de que la filosofía es para marihuaneros con morral y de que las molotov sólo son expresión de delincuencia, no de impotencia. He logrado que casi todos tengan la certeza de que el cigarrillo sólo es un mal vicio, y no la expresión de una mafia corporativista que es mi anillo de compromiso. Te tengo convencido de que puedes contraer mil enfermedades, para las que tendrás que comprar cientos de medicamentos y pagar toda una vida de planes de salud ( que mis hijos provechosamente controlan). Te tengo convencido de que no puedes escapar de mí, de que sin mí no puedes vivir, y he llegado tan adentro en tus pensamientos que incluso puedes matar para que yo pueda vivir tranquila en cada vez más lugares del mundo, para que tengamos nuestro hogar tibio, modelo Georgian, con piso flotante y un perro labrador que se come un sueldo mínimo y medio al mes. A ellas las tengo convencidas de que deben entrar en vestidos hechos para maniquíes de plástico, que fabrico en Vietnam o Tailandia con mi propia sangre, negra y espesa.…. Y me río en sus caras, pues los tengo convencidísimos a todos de que soy fruto de la democracia y expresión más pura de la libertad.

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