divinanimal

jueves, noviembre 06, 2008

Mahler, la segunda.


Mahler y el horno de los vientos
Cabecea un pan duro
Voltea un florero inglés
Rosas de espinas
de espino negro
del monte quemado
Grises las hojas de los yerros
Sangra el piano insurrecto.

Mahler y la resurrección
No puede creer que tras de sí
en la puerta
La niña espera
con la bandeja y el café
Ingenioso descubrimiento dice él
Y resucita la Resurrección.

viernes, septiembre 26, 2008

duda cartón-piedra

Duda de cartón
no sé si sé no sé cada vez encubierta, ladrón
ataúdate, mejor, príncipe del rouge y quédate con el pan.
Para el final, como dice, quería más.

martes, julio 01, 2008

Happiness&zamarreo-monetario in times like these

Brota la inconciencia sustentable
Del desarrollo risístico político
Petróleamente se me acaba la paciencia
Y el descaro, arroz.
Ya no puedo comprarte un bistec, amor.

lunes, junio 16, 2008

Poesía rizomática-libertaria de la noche aquélla.

Tenemos la risa…
Estamos seguros disfrazados de agujas.
Cosemos el aire atestado de pelusas catódicas.
El humo muerde el cable de razón que sutura mi mirada.

Rizoma. Risa. Risotada. Ritalín.
Estructura. Escándalo. Estupidez.

Bronces bravos aplastan el contraste.
Muestra los dientes y muerde, el Sol.
Ladra el aire por un descanso…

Noche sagrada de paz ególatra.
Noche de parto del beso ebrio.
Fácil la voz,
Un segundo…
Choque, roce y atrocidades de las más bellas.

miércoles, mayo 28, 2008

nunca haga usted nada más

Nunca un camino carnaval.
Nunca un comino importó.
Nunca nunca la guayaba.
Nunca el cáliz.
Nunca el dolor.

Haga valses de cerezas.
Haga bufandas.
Haga castañas.
Haga los bordados de una vez...

Usted, mire bien.
Usted, no sea un mono.
Usted, despierte.

Nada, si no quiero.
Nada, un calambre.

Más, más colores.



Nunca haga usted nada más...

viernes, mayo 23, 2008

prosa


En mi prosa tiene lugar un tranco amable de tempestad alejándose.
Aquí descuero animales que pueblan mi placer.
Aquí desangro bestias que colonizan mi pesar.

Presento en esta brecha deliciosa
amargos mordiscos del alma que aqueja.
Obtengo por estos lados abrigo infame de escritos borradores.
Pretendo burlarme de mis propias encuadernaciones.

Creo deber escapar a márgenes en rojo;
mayúsculas cavidades se me antojan ambiguas,
y tus ojos, páramos de repente florecidos.

Antórchame y guía mi brinco...
Haz de una vez luz por allá donde miro.
Afirma mis cantos con zancos de lágrimas.

Sostenme las manos mientras pienso
y dejo
arrancarse del cuello alaridos mágicos.

Sostenme los pies mientras arranco al camino

las piedras que hilvanan mis pasos.

miércoles, mayo 21, 2008

chinito y niñito

En la guerra me contabas cuentos en el oído, bajo la higuera. Veíamos el atardecer rojo caqui, creyendo que llorábamos de risa.

Me contabas del niño, llamado Segundo, que hizo un hoyo tan grande en la arena que encontró el pie de un chinito, y lo tiró tan fuerte que se lo trajo para este lado. Lo vistió con sus ropas, le puso Chapsui de nombre y lo hizo su amigo. El chinito no hablaba nada, y cuando hablaba no se le entendía. Entonces, inventaron un lenguaje sólo para ellos, con palabras nuevas e incluso gestos nuevos. Inventaron juegos nuevos, por ejemplo uno que consistía en quedarse quietos en el bosque, vestidos de verde, muy quietos hasta que los pájaros y conejos no los percibían, y hacían su vida como si ellos no estuvieran allí. Lo triste era cuando les daba hambre o ganas de ir al baño. Tenían que moverse y todos los animalitos corrían despavoridos. Entonces Chapsui se ponía a llorar inconsolablemente. El niñito lo amenazaba con hacer otro hoyo en la arena y devolverlo a su país, y ahí Chapsui se asustaba y se callaba.

Crecieron juntos, en esa dinámica. Eran adultos. Estaban enamorados de la misma mujer. Peleaban y se amenazaban. Segundo tenía el hoyo cavado en la arena. Chapsui estaba asustado. Sin embargo, llegaron a un acuerdo. Hicieron un trío.

Yo te decía que ese no podía ser el final del cuento. En esa época yo era virgen y no podía ni siquiera imaginar lo que era un trío. Y me decías, muerto de la risa, que el trío consistía en que Chapsui, Segundo, y la mujer se tomaban los tres de la mano y se tiraban con fuerza por el hoyo en la arena, y luego aparecían en China donde finalmente vivieron los tres felices para siempre. Ahí me tranquilizaba, y me quedaba dormida bajo la higuera, bajo el cielo color berenjena.