martes, marzo 04, 2008

salto

Yo también pude saltar allí
Quizá no de la mejor forma, pero
La tierra sonrió y cambio de textura
Las piedrecitas tomaron color
Y mis brazos extendidos creyeron
Abrazar un trozo de magia
De aquel improvisado escenario
Territorio sin garantía alguna
No sólo es un territorio;
Brillante gama de acciones impensadas
Un lado del cristal
Grandeza perceptible por la exploración
Y temeridad
La cierta rutina me la eché al bolsillo
Espolvoreé aquel
momento con una gran pizca
de incertidumbre



Las papas fritas más malas y grasosas del universo casi se arrancaban corriendo de aquella voracidad, de la misma manera en que lo hizo ( o lo tuvo que hacer) ella, Tercera. Primera y Segunda, incluso con ají. Fuerza indolente, mezcla porfiada de dolor y placer, mezcla clásica y segura, un poquito de esto y un poco de lo otro, sin dejarse caer nunca. Rojo el ají , en sus caretas, sumado al blanco, un blanco casi, casi como el de nuestras pieles.
Ellas, tan raras, tan insondablemente rígidas, blancas, limpias, blandas. Y a la vez ( y esto es lo más extraño), con tantas ansias de dejarse llevar, de dejarse sepultar por lo que para ellas tal vez es básico, no pensado, libre de pretensiones intelectuales. Querían sepultarse bajo la risa....eso es....pero bajo la risa verdadera de este salto.
Claro, como si realmente nos diésemos cuenta....sólo nos interesa un pedazo de sus bocas, aunque secretamente queramos quedarnos tranquilos un rato, en sus brazos, y que nos digan – por favor, quédate conmigo ( oblígame a no seguir volando)-.
El viento, como burlándose, levantaba las faldas del refugio. No nos importaba que nos vieran los calzones; el salto ya nos había desnudado. No quedaba ninguna pretensión de lana, ni camisetas de prejuicios. Sólo, como dijiste, mi querida Primera, la incertidumbre ( siempre placentera) y los brazos extendidos. No dábamos más, sólo queríamos subirnos a estas naves del todo nuevas y brillantes, y abandonar todo aquello que creíamos haber amado y valorado... Aunque claro, sólo pusimos un pie en la escalera de la nave....aunque, sinceramente, creo que el vistazo que alcanzamos a dar hacia arriba fue bastante revelador.
Suspendidas; así estábamos...en todo sentido. Suspendidas como en una nata incrédula de una taza de leche con chocolate, ya fría, en plena oscuridad. Tendidas en una hamaca, toda tejida de soledades...de incertidumbres...


Sigue el viaje...

1 comentario:

Unknown dijo...

y la voz de la primera se me hace conocida, y me voy confundiendo cpon tu hablar, es que lo que vivimos se hace parecido a un sueño?y es que lo que vivimos fue real?
pasamos saltando sobre una hamaca negra, tu lo dijiste...saltamos sin saber nisiquiera ocupar las piernas como lo harian los que si saben volar...a los que vimos volar...siquiera un segundo de esa noche...esa noche en que nos escapamos de nuestra ciudad para sumerjirnos en lo que ahora recordamos...